
Héctor García
Se llamó Marcelino Mateo Almonte, un guardia raso, chofer de camión en Hacienda Fundación, San Cristóbal en la década de los 40s cuando hizo amistad con mi padre Rafael García, santiaguero, ordeñador de reses.
Allí compartieron muchos años, casi hasta la desaparición de la Hacienda, cuando regresamos a Santiago.
El guardia raso fue subiendo de rango, pasó a la Policía Nacional y llegó a ser general.
A principios de los años 60s mi Papá que era un seguidor enfermo de las Águilas, siempre me llevaba al estadio y en oportunidades se saludaba con ese oficial, para la época, recuerdo que no tenía un rango muy alto.
Me pasaba las manos por la cabeza y decía, “Rafael éste pollito esde los puros”.
Ahí inició nuestra amistad, la que se extendió a su esposa, Bienvenida Moquete de Mateo, una de las primeras dominicana en ser periodista y me atrevo a decir que la primera mujer en la crónica deportiva.
Mateo Almonte procreó una bonita familia con Bienvenida, nativa de San Pedro de Macorís y quien escribía en el béisbol invernal, bajo el seudónimo de “La Esperanza Verde”.
Era colaboradora fija del famoso programa radial de Max Reinoso, Amalgama de Colores en la Pelota.
El matrimonio procreó a: Tony, Rolando, Milagros, Pachy (fallecido), Remy, ex general, Radhamés (fallecido), Julia, Mary y Jacobito.
Marcelino Mateo, desde el año 1955, juego tras juego de las Águilas Cibaeñas, estaba en el dogout, en una especie de Jefe de Seguridad y diría que hasta de asesor.
Pasaron décadas y vio llegar allí las grandes figuras de las Águilas, como Julián Javier, Winston Llenas, Víctor Ramírez, Roberto Peña, Miguel Diloné, Stanley Javier y otros, a quienes también le tocó verlos marcharse.
Luego siguieron sus hijos, Remy, ex general de la Policía y Jacobito, quien está activo con rango de coronel. Ellos son una familia »aguileña». El general Mateo Almonte tuvo destacadas posiciones en su vida policial, entre ellas, representante de la institución en el Cuerpo de Ayudantes del Presidente Antonio Guzmán Fernández.
Su retiro ocurrió en el año 1985 y continuó en el dogout de las Águilas. Fue presidente de la Asociación de Boxeo del Distrito Nacional y allí educó y formó a muchos jóvenes en la profesión.
Esa posición también la ocupé y lo primero que hice al iniciar un torneo de Novatos, llamado periodista César Medina, fue dedicarlo a Marcelino Mateo Almonte, por sus dotes de caballero y hombre ejemplar en todos los aspectos de su vida.
Su deceso, ocurrido la semana pasada, a los 97 años de edad, dejó un gran vacío en la Sociedad dominicana en sentido general, pero, a la vez una satisfacción imperecedera para su familia y relacionados por su vida fructífera, siempre a favor de su país.
¡Paz a su alma!
