Gilberto Dihigo.-
Nada humano me es ajeno
Hace pocos días, para ser preciso, el 15 de julio se cumplió 91 años que un hombre negro como la noche, de dientes blancos relucientes y puños mortíferos dentro de un ring de boxeo gano el titulo de campeón mundial en los Estados Unidos para demostrar que su frase “ El boxeo soy yo” no salía de una boca alardosa, sino de un genio deportivo que todos llamaban Kid Chocolate.
Chocolate, cuyo nombre real es Eligio Sardiñas, ostentó la doble corona mundial de los pesos pluma y ligero e intervino en más de 400 combates y ganó 392, pero como muchos de esos encuentros fueron en La Habana, Cuba, no son reconocidos por el libro de registros. Los especialistas admiten que triunfó 136 veces, de esas 51 resultaron por nocaut, perdió en 10 ocasiones, entablo 6 y solo beso la lona en dos ocasiones en sus diez años de carrera (1929-1939).
Mas de la mitad de esas derrotas las sufrió en los cuadriláteros de Estados Unidos desde que llegó a la nación del norte en 1928, el 1 de agosto, cuando realizó su primera pelea en el campamento militar de Mittchefieds, una base aérea en las afueras de Nueva York, contra Eddie Enos al que noqueó en el tercer asalto. En los Estados Unidos ascendió al sol del éxito y la fortuna para luego caer como un Ícaro quemado por sus propios excesos.
Aseguran sus biógrafos que la vida desordenada del Kid, en esa combinación fatal de mujeres y alcohol sin medida, fue el principal rival de un hombre que peleaba con una destreza asombrosa en las tres distancias del pugilismo -corta, media y larga- como prueba irrefutable de su boxeo total.
A decir verdad sus desmedidas en el placer fueron una suerte de escape emocional a las grandes carencias que matizaron su vida desde que nació en 1910 y lo obligaron durante su infancia a vender periódicos para ganarse el sustento.
Uno de sus historiadores afirmó que cuando Chocolate empezó a boxear, su delgaducha figura de un Don quijote de ébano, provocó que le advirtieron la dureza de ese deporte por los golpes el Kid replicó: “Mas trompadas da el hambre y todas en el estomago”
De 1928 a 1933, Kid Chocolate asombro a la exigente afición estadounidense con su depurado estilo y aquellas piernas danzarinas que mareaba a sus rivales, hacía que desnudara sus dientes blancos en aquella cara negra para decir orgulloso que ninguno de sus contrarios le despeinaba el lustroso y estirado cabello.
Durante ese periodo obtuvo sus dos campeonatos mundiales al derrotar a Benny Bass por el Ligero junior en 1931 y a Lew Fieldman en la categoría Bantam (gallo), un año después. Su marca en esos seis años muestran a las claras su hegemonía boxística: 74 victorias, un empate y seis derrotas.
Alguien le dijo que fuera a Europa a probar fortuna y en el glamoroso Paris su figura de dios negro hizo que le pidieran posar desnudo ante ls cámaras. Allí en la ciudad luz, se convirtió en leyenda por su atildada elegancia, sus correrías nocturnas, el desenfado que gastaba el dinero y su insaciable vigor sexual.
Esas virtudes, apropiadas para un playboy, son nefastas para el arte boxístico y comenzó a opacarse su buena estrella. Las grandes sumas monetarias que consiguió salieron como entraron: rápido.
El gran Kid regreso al caimán cubano donde fue resguardado por sus admiradores, quienes lo saludaban con orgullo al verlo caminar por las viejas calles habanera, envejecido y más lento, pero sin embargo cuando hablaba en los corrillos de sus seguidores de las anécdotas del ring, como luchador brillante, en los ojos volvía a salir el fuego orgulloso de ser el hombre que dijo sin temor. El boxeo soy yo.
Nos vemos pronto, pero mientras tanto sean felices siempre hay tiempo. Aquí les dejo mi correo: cimarrón1952@gmail.com, por si quieren criticarme o saludarme, ambas propuestas son bien recibidas.
