
!Nada humano me es ajeno!
Martin Dihigo respaldó con su prestigio personal al naciente régimen cubano al llegar a Cuba el 6 de enero de 1959 lleno de júbilo por la presunta revolución democrática, sin embargo su sentido de la ética deportiva, democracia y libertad de expresión no comulgaban con los nuevos aires que comenzaron a soplar dentro de Cuba.
El desaparecido presidente del Comité Olímpico Cubano Manuel González Guerra, durante una conversación privada me confesó que en uno de esos partidos de beisbol al inicio de la victoria revolucionaria, el líder barbudo vestido de pelotero invitó a Dihigo a tirarse unas pelotas y el “Inmortal” se negó de manera diplomática.
Castro molesto le preguntó a González Guerra que si “este se cree más que yo y por eso no quiere calentar conmigo”. El viejo “Manolón” le respondió que ese no era el caso, sino que Martin era profesional y no podía participar con los aficionados y lo único que hacía era salvaguardar la condición amateur del partido .
La respuesta no convenció del todo al megalómano líder, quien luego evitó hablarle a Dihigo en esa jornada, según dijo el viejo dirigente olímpico.
Durante la investigación para el libro “Mi padre el inmortal”, entrevisté al fallecido dirigente comunista Carlos Rafael Rodríguez, quien reconoció que Martin “era de un carácter firme de una naturaleza poca dada a una disciplina que no fuera acompañada de una concientización de una convicción propia. Puede ser que esto haya influido un poco en su apartamiento”, afirmó Rodríguez.
Semejantes actitudes no cabían en la nueva dictadura del proletariado, donde solo cohabita el ordeno y mando.
Por eso, pese a ser un hombre conocedor del beisbol, jamás le ofrecieron dirigir ningún conjunto de las series nacionales, solo equipos en la etapa provincial de Ciudad de la Habana.
Es una falsedad total lo que aparece en varios artículos y libros de que Martin Dihigo fue ministro de deportes. En primer lugar ese puesto solo fue para dirigentes blancos durante 44 años y no es hasta el 2005, quien con la piel pigmentada Christian Jiménez ocupo esa cartera.
Poco a poco lo fueron relegando a ser un simple instructor en él círculo social “José Antonio Echeverría”, antiguo “Vedado Tennis Club”.
Esta ecuación refleja cómo funcionó el deterioro del pelotero que se encuentra en cinco salones de la fama. Martin Dihigo llegó a Cuba en 1959 con 53 años y en 1969, tan solo en 10 años, estaba prácticamente abandonado y muy enfermo.
Precisamente en ese año de 1969 el “grandeliguista” Roy Campanella menciona en una entrevista que lamentaba mucho la muerte de Martin Dihigo.
Cuando los periódicos de todas partes del continente comenzaron a llamar para confirmar la noticia, el organismo deportivo cubano no sabía dónde estaba el atleta conocido por el mote del “hombre team” calificado así por su posibilidad en desenvolverse dentro de las nueve posiciones del diamante con efectividad. El periodista Edel Casas fue el que orientó a la dirección del organismo deportivo estatal su paradero.
La madre de mi hermano, María Aurelia Reina, sobre esos agitados días, nos dijo para el libro “Mi padre el inmortal”. “Llegaron corriendo un día la gente del INDER para saber cómo estaba Martin, yo les dije: ahora es que se preocupan por él y no supieron contestarme. Solo dijeron que desde el mas alto nivel de La Habana querían saber del estado de salud de Dihigo”. Dos años después, el 20 de mayo de 1971, Martín Dihigo falleció.
