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Reportaje Especial

La batalla por el torneo de pájaros cantores de Surinam

Las competencias de aves cantoras, un pasatiempo más cercano a la meditación que a un deporte de alto rendimiento, son importantes en Surinam. Triunfar requiere de años de entrenamiento y un aprecio por la lentitud.

Un pájaro cantando/ Fuente Externa

Por Anatoly Kurmanaev

Duelo de Trinos

PARAMARIBO, Surinam.- Todos los domingos apenas amanece, cuando gran parte de la ciudad todavía duerme, un grupo de hombres se reúnen en el pasto crecido de un parque público en un barrio calmado de la capital de Surinam, el país más pequeño de Suramérica. Se juntan y callan.

Llevan jaulas y dentro de cada una, un ave cantora: un picolete, un rowti, un semillero piquigrande, que en el país se conoce con el nombre mucho más musical de twa-twa. Durante las siguientes horas, los hombres se inclinan, silenciosos y concentrados y escuchan a los pájaros, mientras los jueces toman nota de la duración de las ráfagas de canto y califican la actuación de cada cantante en una pizarra.

La audiencia está absorta, sin embargo, los entrenadores acogen las victorias y las derrotas con la misma cortesía silenciosa que ha caracterizado la mañana.

Las competencias de canto de aves, una suerte de Batalla de las Bandas entre aves tropicales adiestradas, son una obsesión nacional en Surinam. Es un pasatiempo más parecido a la meditación que a los deportes adrenalínicos que encienden pasiones en otros países, pero detrás hay años de entrenamiento, miles de dólares en inversiones y una comunidad muy estrecha que, en silencio, se resiste al ritmo del mundo moderno.

Las aves son las mascotas más populares de Surinam, un país de medio millón de habitantes situado en la esquina atlántica de Suramérica, donde una inmaculada selva tropical alberga uno de los ecosistemas más diversos del planeta. No es inusual ver jaulas con loros y otras aves tropicales en las cafeterías y mercados del país e incluso en los buses del transporte público.

El campeonato anual de canto de aves, que culmina en las eliminatorias que se emiten en cadena nacional cada diciembre, atrae a un centenar de competidores que se enfrentan por los trofeos y un momento de gloria nacional.

Hace unos años, en 2016, el plácido deporte tuvo un fugaz encuentro con la fama internacional cuando el boxeador estadounidense Mike Tyson hizo una visita sorpresa a Surinam y llevó su propia ave.

Hizo boxeo de sombra con el público, pero fue derrotado por un cuidador de aves local.

En Surinam, los pájaros más exitosos, con vigor reconocido, se venden hasta por 15.000 dólares, una fortuna para un agricultor pobre en la excolonia holandesa que se independizó en 1975. Pero parte del atractivo del deporte es que, de entrada, es accesible a todo el mundo y cualquiera puede encontrar aves jóvenes sin entrenar por apenas unos dólares en las tiendas de mascotas.

“Es una tradición”, dijo Arun Jaimsi, un dueño surinamés de una tienda de animales y uno de los campeones de la competencia del año pasado. “Crecimos con ella”.

“Cuando mi padre me dio dinero para comprar una bicicleta, fui y me compré un pájaro”, dijo Jalimsi.

Jaulas para aves en una tienda de mascotas.
Jaulas para aves en una tienda de mascotas.Credit…Adriana Loureiro Fernandez para The New York Times

Contó que su familia tenía unas 200 aves cantoras en sus casas y que le relajaba escuchar los constantes píos, trinos y gorjeos. Su esposa, dijo, no está tan de acuerdo.

Entrenar a un pájaro cantor requiere experiencia así como mucha paciencia y perseverancia. Para aumentar la resistencia del canto de las aves, los aficionados pasan años estimulándolas con interacciones, regulando sus dietas y acercándolas a compañeros machos o hembras según intrincadas estrategias de entrenamiento diseñadas para incitar los comportamientos de cortejo o competencia de cada ejemplar.

Via: nytimes.com

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