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El Palenque de Dihigo

Cenicienta sin hada

Desde su origen la historia de este continente, con nombre de mujer y hombres bravíos ha sido marcada por el signo de la expoliación de Europa primero y luego de los Estados Unidos.

La Cenicienta. Fuente Externa

Por Gilberto Dihigo
Nada humano me es ajeno.

Si viéramos el mundo como una historieta infantil, el papel que le toca a la América Latina sería el de una cenicienta sin hada madrina y final feliz.

Desde su origen la historia de este continente, con nombre de mujer y hombres bravíos ha sido marcada por el signo de la expoliación de Europa primero y luego de los Estados Unidos.

Y es que hasta el propio nombre de América lleva la esencia contradictoria que nos caracteriza, porque en realidad deberíamos llamarnos Colombia o Colombus en honor al navegante Cristóbal Colón y no América por Américo Vespucio, quien sencillamente describió para la familia Medicis las características de las nuevas tierras “descubiertas”.

El deporte no escapa del terrible contexto en que se mueven los pueblos latinoamericanos, desde el punto de vista económico y social hace varios años un ejecutivo de la FIFA anunció como una suerte de mesías deportivo, que nunca más la región sería sede de una Copa del Mundo de futbol y ratificó el triste escenario donde nos movemos los latinoamericanos dentro de nuestros respectivos países.

Según aquel federativo, el problema económico imperante en América Latina la excluye de los planes de la cúpula dirigente del futbol mundial en el otorgamiento de un certamen del orbe. ¿Qué queda entonces?, podría uno preguntarse. ¿Solo la satisfacción de ver cómo los futbolistas latinoamericanos engrasan las ligas de clubes europeos y consiguen el éxito?. ¿Olvidar verlos en los torneos de nuestros países latinoamericanos?.

La relación de futbolistas que emigraron y aún lo hacen hacia el Viejo Continente atraídos por por el filón dorado de los salarios es numerosa e inacabada. A la añoranza de ver cómo las principales figuras del subcontinente se alejan en dirección a los estadios europeos, se une la cruel realidad de que ningún país del área celebre una fiesta mundial del futbol.

Para esos 200 millones de personas pobres que pueblan América Latina, la ilusión de celebrar de que celebraran un mundial en sus países, los hacía olvidar, por el instante mágico de la competencia, sus penurias, embrujados por el fulgor del deporte.

La decadencia latinoamericana preocupo hace mas de 20 años al fallecido presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) Juan Antonio Samaranch quien dijo “.. ya es tiempo de reaccionar porque hay un momento en que el crecimiento o la decadencia se embalan y resulta difícil controlarlos luego”.

Todas esas buenas apreciaciones sucumben ante el dinero. La plata hace que los sentimientos y tradiciones se echen a un lado cuando es necesario contabilizar ganancias. Solo interesa el deporte que ofrece dividendos, lo otro puede relegarse.

Y las perspectivas que el dinero llegue a estas regiones, cada día se alejan más. Un informe de la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL) reveló que la fuga de capitales extranjeros de Latinoamérica inició en 1994 al salir de la región 57,987 mil millones de dólares.

El papel de Cenicienta seguirá en manos de los países latinoamericanos por largo rato y la mejor perspectiva que se abre es la integración en un bloque como hizo la Unión Europea y se cumpla el sueño bolivariano y Martino de unidad.

Si eso ocurre habría mayores opciones de celebrar fiestas deportivas de trascendencia mundial, pero ese sueño esta muy lejos de ocurrir y por lo pronto continuaremos con el papel de Cenicienta y sin esperanzas de que un zapato de cristal cambie la realidad, porque no hay madrinas capaces de provocar ese cambio.xxx

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