
En el Beisbol sería como enfrentar a Shohei Ohtani o tratar de conectarle a Mariano Rivera en su época de esplendor. En el Atletismo, correr con Usain Bolt, en la Fórmula 1, pilotear frente a Lewis Hamilton o Max Verstappen; en el Futbol, tratar de detener a Cristiano Ronaldo o a Lionel Messi o en el baskteball defender frente a Lebron James.
En todos los casos no se si sabe si competir de tú por tú, a sabiendas de la diferencia, o detenerse a ver la acción de estos llamados monstruos del deporte.
Así le pasó al tenista dominicano Víctor Estrella Burgos en su partido frente al español Rafael Nadal en su primer juego correspondiente al Torneo Abierto de Tenis de Australia el 15 de enero de 2018, uno de los torneos correspondientes al circuito Grand Slam, máximo nivel en ese deporte.
Rafa es considerado uno de los más grandes tenistas de la historia y llegó a aquel partido, en la ronda inicial, con 16 títulos de Grand Slam en su carrera, 10 del Roland Garros, 3 del Abierto de los Estados Unidos, 2 de Wimbledon y 1 de Australia. Era entonces, con 32 años, el número 1 del ranking mundial.
En la trinchera opuesta Víctor Estrella llegaba con 37 años, uno de los jugadores más veteranos del circuito, y en su carrera lo mejor guardado eran los tres títulos del Torneo de Quito, Ecuador, correspondientes al circuito ATP Tour 250 de los años 2015, 2016 y 2017. Aunque nada despreciable y sí de orgullo es que en 2014 durante el Grand Slam Roland Garros, se convirtió en el primer dominicano en ganar un set y luego llegó hasta la tercera ronda en el US OPEN, otro de los torneos de la más alta Elite.
Las apuestas eran clara y definitivamente favorables al mallorquín, un jugador de 1.85 de estatura y 187 libras de peso, ante el nacido en Santiago de los Caballeros, de 1.70 de alto y 170 libras en el cuerpo.
Estrella Burgos sabía que era casi debut y despedida en Melbourne, pero qué más da. El “Vity” estaba por segunda vez en Melbourne y cualquiera que fuera el resultado era siempre ganancia, mucho más allá de lo económico.
El sueño duró 1 hora y 34 minutos. El español se impuso en las tres mangas por idénticos parciales de 6-1. Fue determinante en el acumulado de puntos en el primer y segundo servicio, así como en la recepción. Siempre estuvo delante en el partido, pero el hijo de Don Eligio y Doña Ana, el hermano de Héctor, Félix y Henry, disfrutó cada acción consciente de que enfrente tenía a uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos.
Y si regresamos a las imágenes del partido veremos que, en la despedida, mientras Estrella Burgos se retiraba con el aplauso de la afición, consciente del esfuerzo, Nadal también aplaudía con mucha fuerza al jugador dominicano.
A Nadal lo van a extrañar las generaciones futuras, algunos se contentarán con haberlo visto, aunque sea por TV, otros dirán con orgullo con lo vieron “en vivo” y muchos de que hasta un selfie se hicieron con él. Pero Víctor Estrella Burgos, un dominicano, un santiaguero, puede decir con orgullo, que jugó con él y no en una exhibición, sino en el Abierto de Australia, y hasta aplausos le sacó.
Y eso también vale para que lo recuerden las generaciones futuras.
