No creo que nadie en el conjunto tenga interés en prestar la plataforma mediática por la que hemos trabajado tan duro y las cosas por las que luchamos y la forma en que vivimos nuestra vida. No creo que queramos que eso sea corrompido por esta administración, dijo Megan Rapinoe.
El fútbol norteamericano de mujeres basa su fuerza y vitalidad en el sistema universitario desde que una ley, promulgada en 1972, obligó a las instituciones de estudios superiores a crear programas deportivos dedicados exclusivamente a sus chicas.
Durante la cita del orbe, concluida hace dos días, Rapinoe afirmó que no visitaría la mansión ejecutiva ante una posible invitación de Trump, quien hizo la convocatoria junto a desafiantes e irrespetuosos comentarios tras las declaraciones de la futbolista.
No creo que nadie en el conjunto tenga interés en prestar la plataforma mediática por la que hemos trabajado tan duro y las cosas por las que luchamos y la forma en que vivimos nuestra vida. No creo que queramos que eso sea corrompido por esta administración, consideró la jugadora.
En una entrevista anoche con la televisora CNN, Rapinoe agregó que Trump está mirando hacia un pasado que no fue bueno para todos, y ‘su mensaje está excluyendo a las personas, me está excluyendo, a quienes se parecen a mí, a las personas de color’, recalcó.
Puede que haya sido genial para algunas personas y quizás Estados Unidos sea bueno para unos en este momento, pero no lo es para suficientes norteamericanos en este mundo, expuso.
Las futbolistas estadounidenses, victimarias 2-0 de Holanda en la última final, reclaman el mismo pago que reciben los hombres para terminar la discriminación por sexo que ocurre en distintas profesiones en este país.
A juicio de diversas voces, esa demanda, renovada en estos días de celebración, es justa, y más si se tiene en cuenta que los resultados de las féminas resultan muy superiores a los logros de los varones.
Previo al título dorado de Francia, donde desconoció la derrota, el elenco femenino de Estados Unidos se coronó en los mundiales de 1991, el primero, 1999 y 2015, y también ostenta cuatro medallas de oro en Juegos Olímpicos.
Según varias fuentes, el fútbol norteamericano de mujeres basa su fuerza y vitalidad en el sistema universitario desde que una ley, promulgada en 1972, obligó a las instituciones de estudios superiores a crear programas deportivos dedicados exclusivamente a sus chicas.
Esa normativa ofreció más oportunidades y desarrolló un entorno competitivo para las jugadoras, lo cual ha permitido brillar al equipo del país, consideró recientemente Amanda Duffy, presidenta de la Liga Nacional de Fútbol Femenino.
La campaña pasada, ese evento, que reúne ahora a nueve clubes, batió por quinto año consecutivo su récord de afluencia de público, con 650 mil 654 espectadores y un progreso del 73 por ciento en relación a 2013, cuando surgió.
