Los seres humanos están conectados con un antiguo sistema nervioso que activa una respuesta de “luchar o huir” ante la percepción de peligro, el tipo de torrente de adrenalina que también puede desencadenarse al jugar en eventos deportivos como las carreras de atletismo y los partidos de futbol. Los deportistas que no aprenden a manejar el estrés de la competencia repetitiva pueden experimentar ansiedad y una disminución del rendimiento, lo que suele denominarse asfixia. La sensación de no estar a la altura de su potencial puede minar la confianza y el optimismo, lo que podría llevar a los deportistas a abandonar el deporte.
Las lesiones son uno de los factores de riesgo más importantes para los problemas de salud mental de los deportistas. Está relacionado con la depresión clínica y puede desencadenar pensamientos de baja motivación y pereza. Incluso después de volver a jugar, la perspectiva de lastimarse de nuevo puede ser una fuente de ansiedad. Los jóvenes atletas que entrenan durante todo el año en un solo deporte corren un mayor riesgo de lesionarse en comparación con los atletas que practican varios deportes. A la larga, la ansiedad y la depresión pueden interferir en el entrenamiento y el rendimiento, y alterar la fisiología del deportista.
De adolescente jugaba al tenis en el equipo de mi escuela y en torneos extramuros, persiguiendo una clasificación en una época en la que los atletas solían practicar un deporte diferente cada temporada. Con el tiempo, me cansé. Incluso ahora, agarrar una raqueta me fastidia.
Si bien las investigaciones recientes identifican el exceso de trabajo, el sobreentrenamiento y la depresión como causas probables del agotamiento en los deportistas juveniles, el bienestar mental de los atletas puede apoyarse en casa y en los entrenamientos.
Los deportistas deben ser honestos y realistas en cuanto a sus objetivos. Los padres son una valiosa orientación, pero deben respetar los objetivos que elija el deportista. Equilibrar las obligaciones académicas y sociales con un programa de entrenamiento serio puede ser una fuente de estrés crónico.
Los deportistas y los entrenadores pueden centrarse en el juego y en el desarrollo de las habilidades, más que en quién ha terminado primero. Las técnicas mentales para manejar el estrés de la competencia también pueden entrenarse, e incluso pueden proporcionar una ventaja competitiva. Preste atención a si el deporte ya no parece divertido para el jugador. Busque signos de depresión o ansiedad, incluyendo grandes cambios en los hábitos de sueño o de alimentación.
Los padres, los entrenadores, los compañeros de equipo y los colegas deberían hablar -y escuchar- a los estudiantes-atletas. Esto puede ayudar más de lo que se cree. Hacer preguntas abiertas que permitan a la persona sentirse cómoda expresando sus sentimientos. Poder hablar del estrés de la dinámica del equipo o de la competencia puede ser beneficioso. Solo con hablar, los individuos pueden a veces identificar las próximas acciones a tomar.
Las investigaciones demuestran que escribir sobre momentos y situaciones difíciles también puede mejorar el bienestar mental. Algunos deportistas acostumbran a escribir sobre sus objetivos y a reflexionar regularmente sobre sus sentimientos ante los acontecimientos difíciles. Esta práctica puede resultar angustiosa al principio, ya que los sentimientos difíciles salen a la superficie, pero en los días y semanas siguientes sus cerebros podrían estar en un lugar mejor.
Si al hablar o escribir no se consiguen avances, ponte en contacto con un experto en salud, como un pediatra de confianza o un profesional de la salud mental, y obtén orientación sobre cómo ayudar al bienestar mental del deportista.
Hacer deporte debe ser divertido. Practicar deporte debería otorgarle una sensación de bienestar mental.
Audrey Young es médico interno certificado en Seattle y miembro del comité médico de USA Climbing.
Via: latimes.com