
Por: Nelson de la Rosa Rodríguez
El 17 de enero de 2008 el mundo conoció la noticia de la muerte del genial ajedrecista estadounidense Robert James Fischer. Entonces, los medios de prensa se hicieron eco de los aspectos más relevantes de su vida.
Diversos sitios en Internet se llenaron de anécdotas, entrevistas y análisis de los especialistas, y no pocos lo compararon con Marilyn Monroe o John Lennon.
Tal avalancha de artículos me hizo investigar entonces sobre la presencia de Fischer en La Habana, ciudad que visitó en dos oportunidades. Lea que escribo dos, porque se ha escrito mucho sobre su presencia en la Olimpiada Mundial de 1966, pasándose por alto una que realizó 10 años antes. Así lo escribí entonces y hoy te lo comparto.
Aquella primera visita ocurrió en el mes de febrero de 1956. Tenía entonces 12 años de edad y ya era un talento en su país. En esa época estaba por dejar los estudios en el “Erasmus Hall High School”, alegando con sus propias palabras: “Los maestros me parecen más estúpidos que los propios alumnos”.
Bobby formó parte de una gira de aficionados. Aquella excursión también tiene cierta importancia deportiva, debido a que supuso la primera victoria de Fischer contra un maestro y su primera sesión de simultáneas. Se dice que Fischer se alojó en el barrio de Cuatro Caminos y que junto a algunas partidas callejeres, también jugó Beisbol en la calle con los negritos del barrio, según escribió algún cronista.
Durante su visita estuvo acompañado por el promotor y también ajedrecista M. Forry Laucks, y juntos fueron recibidos por autoridades deportivas de la Isla, entre las que se encontraban el doctor José A. Gelabert y el periodista Carlos A. Palacios. Fischer estuvo en diversos lugares, aunque mostró mayor interés por el “Club Capablanca”.

Fischer, en La Habana. Fuente Externa
Ese fue un año importante en la carrera de Fischer, pues participó en el Torneo “Rosenwald Memorial”, en el que su partida frente a Donald Byrne fue catalogada en su momento como la mejor del siglo. Una temporada más tarde, con sólo 14 años, se convirtió en el Campeón de los Estados Unidos.
Diez años después, con una realidad muy distinta, desde diversos puntos de vista, Fischer regresó a La Habana para competir en la XVII Olimpiada Mundial. Ya no era la gran promesa, sino uno de los aspirantes a la corona mundial y por lo tanto defensor del primer tablero de Estados Unidos, algo a lo que aspira por estos días el GM Abhimanyu Mishra, quien con esa misma edad participa en el US Championship 2023.
Pero para entender lo ocurrido en aquella oportunidad, tenemos que remitirnos a un año antes, cuando su nombre apareció en la lista de los participantes en el Torneo Internacional “José Raúl Capablanca”.
Según el periodista José Luis Barreras Meriño, en su libro “El fascinante mundo del Ajedrez” (Editorial Arte y Literatura, 2006), el jugador era uno de los invitados al Torneo pero no recibió el permiso del Departamento de Estado de su país, lo que hizo que decidiera participar través del teletipo.
Sin embargo, poco antes del comienzo, Fischer amenazó con retirarse de la lid en un cable dirigido al entonces Primer Ministro de Cuba, Dr. Fidel Castro, en la noche del 11 de agosto de 1965:
Primer Ministro Fidel Castro, Habana.
Me opongo a sus manifestaciones publicadas hoy en el New York Times proclamando una victoria propagandística, y por este acto me retiro del Torneo Capablanca. Solamente volveré a entrar en el torneo si Usted envía un cable asegurándome que Usted y su gobierno no buscan beneficios políticos de mi participación, y que no se producirán en el futuro más comentarios políticos por parte de Usted en relación con mi participación.
Al día siguiente, Fidel envió su respuesta al jugador:
Bobby Fischer, Nueva York, EE.UU
Ref. COA 38
Acabo de recibir su cable. Me sorprende que usted me atribuya algún tipo de manifestación referente a su participación en el torneo. A este respecto no he dicho ni hablado una sola palabra con nadie. Sólo tengo sobre ello noticias que he leído en cables de agencias norteamericanas.
Nuestro país no tiene necesidad de tan efímera propaganda. Es suyo el problema de participar o no en dicho torneo, Sus palabras son, por tanto, injustas. Si usted se ha asustado y arrepentido de su decisión Inicial, sería mejor que idease otro pretexto y tuviese el valor de ser honesto.

Primer Ministro del Gobierno revolucionario.
Después de eso, y con la seguridad de no ser utilizado como “propaganda política”, Fischer retomó la idea de participar en el Torneo desde el Marshall Chess Club, de Marshall Chess Club de Manhattan, donde mismo falleció Capablanca 366 días antes del nacimiento de Fischer.
El hecho de jugar por teletipo hizo que los organizadores tuvieran que crear condiciones especiales en las partidas debido a la demora en la comunicación. Un dato interesante es que las piezas de Fischer eran movidas en La Habana por un hijo de José Raúl Capablanca.
Pese a las difíciles condiciones Fischer quedó empatado en el segundo lugar junto a Borislav Ivkov y Efim Geller, los tres con 15 puntos, media unidad menos que el campeón Vassili Smyslov.
Un año después llegó Fischer a La Habana como integrante del equipo de Estados Unidos en la Olimpiada Mundial y muchos estuvieron pendientes de su relación con el comandante Fidel Castro, luego del intercambio de mensajes un año antes.
La Olimpiada fue inaugurada el 25 de octubre de 1966 en el Hotel Habana Libre y ese día la gran noticia fue el estrechón de manos entre el jugador y el mandatario como signo de paz. Fischer entregó un libro suyo autografiado a Fidel y a continuación participó en una partida de consulta sostenida.
De un lado Fischer asesoró al Licenciado mexicano Filiberto Terrazas y por el otro Fidel, quien recibió los consejos del entonces Campeón Mundial, el soviético Tigran Petrosian. Estos últimos ganaron la singular partida.
Sin embargo, la presencia de Fischer en La habana tuvo otras aristas. En primer lugar, exigió a los organizadores que le programaran un descanso desde las 7 de la noche del hasta las 7 de la noche del sábado, debido a su afiliación a la secta fundamentalista “Iglesia Universal de Dios”, la cual exige a sus miembros el descanso sabático del Antiguo Testamento.
Los organizadores dijeron que cualquier cambio en el horario de las partidas dependería de un acuerdo entre los equipos a la hora del enfrentamiento. Cuando correspondió el duelo entre Estados Unidos y Dinamarca, cuyo equipo estaba encabezado por Bent Larsen, no accedió a cambiar el horario, entonces Fischer no jugó y fue sustituido por Robert Byrne.
El siguiente sábado tocó el duelo ante la Unión Soviética, que tampoco permitió el cambio y Estados Unidos perdió por forfeit, al no presentarse el equipo en pleno. Sin embargo, tras negociaciones con el Comité Organizador, los soviéticos accedieron a revocar su decisión, jugaron y ganaron 2,5 1,5. En el duelo particular Fischer hizo tablas con Spassky. Al final el equipo Soviético salió campeón, seguido de Estados Unidos y Hungría.
Luego de la lid, Fischer quiso quedarse unos días más en Cuba para conocer otras ciudades y fue complacido por las autoridades cubanas. A su regreso a la capital, luego del periplo, los organizadores de la Olimpiada le obsequiaron una mesa y un juego de ajedrez de los utilizados en el magno certamen.
Estas fueron las dos visitas de Fischer a La Habana. El mismo de quien dijo el ex campeón mundial Garri Kaspárov: “Tras proclamarse campeón mundial, sencillamente no pudo jugar más. Ese era el peligro: consiguió la perfección y una vez lograda, todo lo demás estaba por debajo de la perfección”
Luego de su muerte quizás el criterio más abarcador fue el del Gran Maestro español Miguel Illescas: “Sus partidas no admiten detractores. Ajedrez en estado puro, la claridad y elegancia de Capablanca, el instinto asesino de Alekhine y la fortaleza mental y determinación de Lasker: eso era Fischer. No hay duda de que, si alguien se acercó a la perfección en este noble arte, ese fue Robert James Fischer”.
Para concluir los dejo declaraciones del propio Fischer a le entonces revista yugoslava Start, en agosto de 1971 en la que se autodefine: “Soy un especialista. Juego al ajedrez. Eso es una cosa seria. Otra cosa no la sé, pero todo cuanto sé, lo domino a fondo. (…) Soy meramente un hombre, pero un hombre extraordinario. Mi mundo es el tablero blanco y negro del ajedrez. En mis jugadas hay que ver movimiento y al mismo tiempo arte; quien no consigue verlo me da lástima”.
Sin comentarios.
