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Juegos Centroamericanos y del Caribe

Centroamericanos de 2022, unos juegos politiqueros

No obstante, sería egoísta no reconocer que, en el ínterin, Panamá pudo contar con instalaciones deportivas que, 50 años después, siguen siendo las principales en el país

La taekwondista Carolena Cartens (de frente) es una de las pocas atletas de alto nivel con que cuenta actualmente nuestro país en cualquier disciplina.Cedida

 

Por Nicolás Espinosa

 

CIUDAD DE PANAMÁ.- El factor político muchas veces ha primado sobre cualquier aspecto de la vida ciudadana en Panamá. En algunos casos ha sido el elemento utilizado por los que ejercen el poder, para mantener las expectativas sobre un tema en particular o granjearse el favor de un pueblo.

Así lo hicieron los gendarmes de la dictadura a partir de 1968, cuando siguieron adelante con la organización de los Centroamericanos y del Caribe de 1970, y patrocinaron otros eventos deportivos.

La atención del pueblo fue desviada hacia otros objetivos, mientras los líderes militares y sus adláteres acababan con el erario público.

No obstante, sería egoísta no reconocer que, en el ínterin, Panamá pudo contar con instalaciones deportivas que, 50 años después, siguen siendo las principales en el país.

Juegos politiqueros

La politiquería, vista como una forma de manejar la cosa pública, no ha cambiado, pero ahora se le ha añadido el elemento de la irresponsabilidad.

Porque fue irresponsable de parte de Juan Carlos Varela aceptar la sede de los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe, cuando era consciente de que no sería su gobierno el que tendría el mayor peso en organizarlos.

El estadio Rommel Fernández, construido para albergar los Centroamericanos y del Caribe de 1970, hoy, 50 años después, es el principal templo del fútbol y atletismo panameño.Cedida

Y lo peor fue que jamás cumplió con la parte económica y de estructura que le tocaba, porque sencillamente su decisión al momento de aceptar el compromiso, fue política.

Sin embargo, ahora sería mucho más irresponsable seguir con las intenciones de realizarlos, cuando jamás se estuvo ni se estará listo para presentar una delegación decente, que al final nos brinde unos resultados técnicos acordes al de ser anfitriones.

Jamás un país ha aceptado ser la sede de una competición tan comprometedora y difícil, como unos Centroamericanos y del Caribe, sin haberse preparado por lo menos con cinco o seis años de anticipación.

Panamá, un mero espectador

Panamá en los últimos cinco juegos (2002-2018) solo ha obtenido diez medallas de oro, y no más de tres en uno de ellos (2018), y su mejor posición en el cuadro de preseas ha sido de número once.

Si hablamos de los países que en esos mismos juegos ocuparon los quintos y sextos lugares, tenemos que como mínimo los primeros aseguraron 20 de oro, y los segundos, un total de 15, en una sola edición.

Tradicionalmente, cuando un país se lanza a la aventura de ser sede, trabaja con mucho tiempo de antelación para no solo “quedar bien”, sino para marcar en el cuadro de medallas.

Si, como ejemplo, volvemos a las cinco últimas ediciones de los juegos, nos daremos cuenta de ello. La sede en 2002 fue la ciudad de San Salvador, cuyo país se ubicó noveno en Maracaibo 1998 (4 de oro) y séptimo en su casa con 18 doradas.

Cuatro años después, en Cartagena, los anfitriones repitieron el tercer lugar logrado en San Salvador, pero con diez doradas más (72), mientras Puerto Rico daba un salto exponencial en Mayagüez 2010, al lograr 48 de oro, el doble de lo ganado en la aventura colombiana.

En Veracruz 2014, los mexicanos cedieron el primer lugar en el cuadro de medallas a los cubanos, después de haber liderado la competición en tierras boricuas.

Finalmente, los colombianos mejoraron sus 70 medallas de oro y el tercer lugar de Veracruz, al ganar nueve más en la cita de Barranquilla 2018 y ocupar el segundo puesto.

No estamos preparados

El asunto está en que mucho antes en que a algún “iluminado” se le ocurriera realizar unos juegos de esta magnitud, debió cumplirse con algunos parámetros, como el de analizar en qué situación se encontraba nuestro deporte, por ejemplo.

Pero no. Una vez más, la carreta fue puesta delante de los bueyes, lamentablemente.

La intención fue siempre vendernos la idea de que, tras ganar la sede, contaríamos para 2022, quizá por algún impensable artilugio, con prospectos de la altura de Irving Saladino, Edgar Crespo y Eileen Grench.

Sin embargo, la realidad es otra. El deporte istmeño está más endeble ahora en materia de estructura y desarrollo que en 2017, cuando se otorgó la sede por aclamación, luego de la declinación de Guatemala.

Reestructurar el deporte en Panamá conlleva un complejo proceso y la realidad es que una gran parte del deporte istmeño vive entre la improvisación y la escasez de actividades en el mayor grupo potencial de atletas, los de edad escolar.

No existe coordinación ni cohesión entre lo que se realiza con atletas de edad escolar (primaria y secundaria) y el seguimiento que teóricamente deben efectuar las organizaciones que manejan el deporte a nivel federativo.

Esta realidad es tan fehaciente, que las federaciones, sin excepción, trabajan sus categorías menores con lo que brindan otras entidades (escuelas, clubes, franquicias y entrenadores particulares).

Al final, frente a esta laguna existente en el trabajo que debe efectuarse, ninguna organización puede presentar una respetable selección o prospectos para el alto rendimiento.

En el caso de los deportes individuales, no cuentan con cinco atletas criollos con posibilidades de medallas de cara a 2022; y, en el de deporte de conjunto, no sacan una selección competitiva a menos que recurran a los que están en el exterior.

No obstante, hay una realidad mucho más contundente, y es que para dejar un legado en materia deportiva, ya sea de infraestructura o proyecto para atletas de alto nivel, no hace falta ser anfitriones de ningunos juegos.

Solo es necesario que el presidente Laurentino Cortizo se rodeé de personas honestas, comprometidas, y que, además de conocer sobre la materia, estén totalmente divorciadas de los círculos que hoy aúpan realizar los juegos, y le digan la verdad. ¿Es mucho pedir?

Vía: La Estrella.com.pa

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