
Héctor García
La Confederación de Béisbol del Caribe y el Pacífico anunció la noche del jueves que la Serie del Caribe 2026, originalmente programada para celebrarse en Caracas, se disputará finalmente en Guadalajara, México.
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Algunos sostienen —quizás sin fundamentos— que el evento terminó embarrado de política. Yo difiero. Lo que resultaba verdaderamente riesgoso era arriesgar el invicto organizativo viajando a Venezuela.
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Ahora la atención se centra en un punto clave: ¿irá la Liga Venezolana de Béisbol Profesional a la Serie del Caribe en Guadalajara? Ese anuncio es esperado con expectativa.
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Ahí sí entra en juego el factor político. La interrogante es inevitable: ¿qué dirá Nicolás Maduro? ¿Aceptará la liga venezolana una eventual decisión oficial que condicione su participación o ausencia en el torneo?
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El tiempo apremia. No hay margen para la espera, ya que la fecha límite para confirmar participación venció el 15 de diciembre.
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Surge entonces otra pregunta obligada: ¿habrá sanción para Venezuela si no participa? Desde el punto de vista estatutario, debería haberla, aunque estamos ante una situación claramente anómala.
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Todos permanecemos atentos a la decisión final de Venezuela sobre su presencia en Guadalajara. Yo, particularmente, apuesto a que no asistirá.











