

Gilberto Soriano Román
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SELECCIONES NACIONALES
En la primera entrega abordamos la falsa percepción de que en República Dominicana existe béisbol, cuando en realidad lo que predomina es una industria mediática desconectada del desarrollo nacional. En esta segunda parte, analizamos la materialización de los torneos locales y selecciones nacionales, y el impacto de la falta de regulación estatal sobre los derechos de nuestros niños y adolescentes.
Una de las ideas que hemos planteado reiteradamente es que una federación deportiva no es responsable de la masificación del deporte en un país. Su propósito es el alto rendimiento, que debería ser consecuencia de una base estructurada y accesible. Sin embargo, en República Dominicana, esa base no existe.
Una de las preguntas más frecuentes que recibimos en los videos virales es: “¿Cómo que no hay béisbol si se realizan torneos en distintas categorías y regiones del país?” La respuesta es sencilla: los talentos que hoy se destacan provienen de academias privadas, operando al margen del sistema educativo incentivando la deserción escolar. Estas academias, en muchos casos, vulneran derechos fundamentales de niños y adolescentes, quienes deberían estar protegidos por el Estado.
Lo que debería ser motivo de vergüenza nacional es que se realicen torneos de categorías menores con el presente y futuro del país, nuestros niños y adolescentes, en condiciones que violan sus derechos constitucionales y tratados internacionales. Como hemos señalado en artículos anteriores, se transgreden principios como el derecho a la vida, a la libre personalidad, y se expone a menores a sustancias prohibidas, abusos y presiones indebidas. La Ley General de Deportes 356-05, en su artículo 9, establece que el Estado debe proteger a los menores, promoviendo el deporte como actividad lúdica y recreativa, evitando presiones competitivas a destiempo.
La falta de regulación estatal ha llegado al punto de que la Federación Dominicana de Béisbol utiliza ese mismo sistema informal para organizar sus torneos en distintas categorías. Incluso se han realizado “torneos nacionales” que duran apenas uno o dos días. Esto confirma que en el país no existe un béisbol recreativo ni formativo, como manda la ley y como existía en el pasado.
El artículo 1 define que la práctica deportiva debe contribuir a la formación física, intelectual y moral de nuestros niños. Hoy, la industria del béisbol atenta contra ese principio. Las selecciones nacionales se conforman con jugadores de academias privadas o, en el caso de mayores, con atletas de la MLB o Lidom. El béisbol como práctica recreativa, participativa y sin fines de lucro, no existe en nuestro territorio.
Toda gira en torno al lucro. Nuestros niños son tratados como materia prima, lo que compromete su desarrollo y el futuro del país. A diferencia del pasado, cuando el béisbol se vivía en cada rincón del país y los talentos se firmaban jugando en ligas locales, hoy los jóvenes son preparados como si estuvieran en una incubadora. Esto conlleva violaciones a sus derechos, ignorando que el deporte en la infancia debe ser recreativo, sin afectar su desarrollo biológico ni psicológico.
La Oficina del Comisionado de Béisbol fue creada precisamente para evitar que el deporte profesional destruya el aficionado, que es esencial para la cohesión social, la cultura y la motivación escolar como lo establece el artículo 75.
Por eso nace la Asociación Dominicana del Derecho Deportivo (ADODEP), para exigir al Estado que garantice el derecho a la recreación y al deporte como actividad formativa. Hoy, la falta de regulación ha permitido que la industria del béisbol vulnere ese derecho. Lo más grave es que vivimos bajo una ilusión mediática: creemos que hay béisbol en el país, cuando en realidad no hemos sabido diferenciar entre el deporte profesional, que responde a intereses privados, y el deporte aficionado, que el Estado debe promover desde las escuelas para el bienestar colectivo.
El gran reto es recuperar el sentido social del deporte. El béisbol debe volver a ser una herramienta de integración, formación y desarrollo. Para lograrlo, se necesita unidad nacional, regulación efectiva y un sistema educativo que incluya el deporte como parte esencial de la formación ciudadana. Solo así podremos decir, con propiedad, que en República Dominicana sí hay béisbol.









